Sí, le mordió la luna aquella noche, y la ciudad durmió en la oscuridad de los ojos abiertos, mientras él, sangrando luz, moría libertad estornudando te quieros arrepentidos…
Sí, le arañó el sol aquel día, y resucitó entre el calor del rocío en la ventana, con un beso de llantos en vida amargados, rodeado de aquel nadie de rostro desconocido que ni para apagar el pitido respiraba…
Sí, le golpearon las nubes esa tarde, y ya no se oía el rugir de los pájaros típico de aquel primaveral día, era el cantar del gallo que a la tercera vez le apuñaló entre un mar de anochecidos despertares…
Sí, luchó contra su vida en aquel tiempo, y desistió dándose cuenta, que el morir no era pasajero, que no volvería a ver llover…
Sí, a la noche siguiente, murió en vano, arrepentido…
Mas si os entra curiosidad, os diré que no era humano, no era animal, ni siquiera un ser vivo, pero si pintaba sonrisas, lloraba al ser oprimido, y vivo…vivo si que estaba…
Era puro sentimiento…